Cada vez son más las empresas que demandan profesionales que sean capaces de identificar y gestionar sus emociones propias, y también las ajenas. Esta habilidad les proporciona una capacidad de adaptación a las diferentes situaciones y unas habilidades sociales únicas que beneficiarán a la organización en su conjunto.
Estas situaciones se engloban dentro de lo que conocemos como inteligencia emocional, un término muy popular en los últimos años y que ha venido para quedarse, especialmente en lo que se refiere al ámbito empresarial.
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¿Qué es la inteligencia emocional?
El concepto de inteligencia emocional hace referencia a una forma de interacción con el mundo que nos rodea, teniendo en cuenta los sentimientos de las personas y los nuestros propios. Engloba habilidades tales como el control de los impulsos, el autoconocimiento, la motivación, la agilidad mental y otras muchas. Todos ellos configuran unos rasgos del carácter como la compasión, la empatía y la autodisciplina, muy necesarios para una correcta adaptación social.
Inteligencia emocional en el trabajo
El desarrollo de la inteligencia emocional de los integrantes de una empresa puede ser muy beneficioso para esta. Cada vez son más los departamentos de recursos humanos que demandan profesionales que no solo cuenten con sólidos conocimientos, sino que también empleen sus habilidades emocionales para poder desarrollar convenientemente su labor profesional.
Algunas de las destrezas que se requieren para el desarrollo de la inteligencia emocional en la empresa son:
- Autoconciencia: Se necesita tener un gran nivel de autoconocimiento que nos permita poder identificar nuestros sentimientos y emociones y ponerles nombre, para poder ser conscientes de cómo nos sentimos en todo momento. Las personas que poseen una gran autoconciencia huyen de los extremos, sin caer en excesos de optimismo y pesimismo. Además, son capaces de identificar los sentimientos y emociones de sus compañeros para saber cómo manejar las situaciones y cómo poder ayudarles y guiarles.
- Motivación: La motivación implica un sentimiento de pasión y de ganas de superarse y buscar desafíos que nos reporten una satisfacción y un desarrollo personal. Las personas motivadas son conscientes de los importante que es que todos los miembros del equipo tengan motivación en el desarrollo de su profesión, algo que les ayudará enormemente en su día a día y también repercutirá de forma favorable en el crecimiento de la empresa.
- Empatía: La empatía permite reconocer y entender las opiniones de los miembros de la empresa, estableciendo relaciones sólidas entre los compañeros y fomentando la cooperación y el trabajo en equipo.
- Habilidades sociales: Son imprescindibles para construir relaciones sociales con el resto de miembros de la empresa. Entre ellas se incluye la capacidad de comunicación, de liderazgo y de influencia.
- Autorregulación: Este concepto hace referencia a la habilidad de aprender a manejar las emociones para mostrarlas de forma adecuada y evitar que generen efectos negativos sobre el trabajo o sobre nuestras relaciones con el resto de personas. En esta habilidad también se relaciona con el control del estrés emocional, la adaptación a los cambios y la responsabilidad.
Estas habilidades serán muy necesarias tanto en empleados como en los propios líderes. En especial, un líder que cuente con un amplio desarrollo de su inteligencia emocional sabrá como difundir este conocimiento en la organización y aplicarlo adecuadamente en su trabajo para poder gestionar eficientemente la empresa.
¿Cómo desarrollar la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional puede desarrollarse en cualquier momento de la vida con práctica y disciplina. El autoconocimiento es un reto que puede realizar cualquier persona para conocer y aprender más sobre sus propias emociones. Realizar una lista con tus puntos fuertes y débiles, o llevar un diario de emociones te ayudará a mejorar tu capacidad para conocerte y concienciarte de quién eres y por qué actúas de una forma determinada en diferentes situaciones. Solo así serás capaz de mejorar tu autocontrol y de poder desarrollar tus habilidades sociales adecuadamente.
Alguien que entiende de inteligencia emocional debe ser capaz de relativizar y obtener puntos positivos de los aspectos negativos. De esta forma lograremos aumentar la motivación y dejar de centrarnos en aspectos más dramáticos. Si aprendemos a identificar nuestras emociones seremos capaces de controlarlas para que estas no nos dominen y poder tomar el control de la situación.
Otra de las cuestiones a tratar para desarrollar nuestra inteligencia emocional es la capacidad de analizar nuestros sentimientos y pensamientos de forma neutral, sin huir de ellos, solo observándolos y analizándolos. Así seremos capaces de identificar de forma más precisa nuestras emociones, para que, cuando un pensamiento negativo aparezca en nuestra mente, seamos capaces de afrontarlo usando nuestros recursos.
La potenciación de todos estos aspectos nos permitirá poder mejorar en nuestro trabajo, no solo a nivel personal sino también a nivel de equipo. La organización al completo se beneficiará si se promulga la necesidad de formar a empleados en cuestiones relacionadas con la inteligencia emocional.
El proceso de entrenamiento de estas habilidades conlleva tiempo y disciplina, y en muchas ocasiones no sigue un curso lineal. La paciencia y la resiliencia son claves en este tipo de situaciones en las que los sentimientos se ven envueltos.
La inteligencia emocional es un aliado muy útil a la hora de trabajar sobre un entorno VUCA. Los cambios constantes que surgen en el sector empresarial pueden producir sentimientos de incertidumbre y frustración. Si tenemos la capacidad de analizar y controlar nuestras emociones, podremos tener una perspectiva global de la situación para poder emprender medidas y adaptarnos a la situación, sin que esto afecte al devenir de la empresa. Como verás, es una herramienta clave en la gestión empresarial que cada vez va teniendo más peso en todo tipo de organizaciones, tanto grandes como pequeñas empresas.